La vida pone barreras en nuestro camino,
lo llena de piedras para que tropecemos y tropezamos muchas veces, algunas
quedamos maltrechos, otras es un mero tropezón, pero si quieres jugar al hermoso juego de la
vida debes levantarte, con o sin ayuda y seguir el camino que elegiste.
A
mi la vida, me puso una gran barrera a la
temprana edad de 15 años de edad. Empezó
con un molesto temblor en mi mano izquierda unido a una distonía en el pie del
mismo lado. A partir de ese momento ya no fui la misma, ya nada volvió a ser
igual. La niña que había en mi se escapo, dios sabe donde y ahí me quede sin
saber que camino tomar ni que hacer, perdida entre pruebas, diagnósticos ,
rodeada de soledad y silencio . Envejecí
interiormente tanto que no me reconocía.
La vida fue pasando ante mi como si viera una película
donde yo debía encarnar el papel protagonista, sin guión, sin director , cada
día una sorpresa, cada día cambiaba todo y vuelta a empezar de cero.
Y así viví durante un tiempo, no se
cuanto, rodeada de miedos, dudas y decisiones para las que no estaba preparada
para tomar, pero las tomé, algunas erróneamente otras acerté.